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domingo, 20 de septiembre de 2009

¡CARPE DIEM! APROVECHA EL DÍA REFLFEXIONES CATOLICOS

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¡CARPE DIEM! APROVECHA EL DÍA.



Aprovecha el día, no dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.

No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar al mundo.

Porque, pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.

Somos seres humanos llenos de pasión.

La vida es desierto y es oasis; nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.

Aunque el viento sopla en contra, la poderosa obra continúa. Tú puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el hombre.

No caigas en el peor de los errores, el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes. Huye.

"¿Emito mi alarido por los techos de este mundo?" dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples, se puede hacer poesía bella sobre las pequeñas cosas.

No traiciones tus creencias. Todos necesitamos aceptación, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta el pánico que provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente, sin mediocridades.

Piensa que en ti está el futuro, y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes pueden enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron, de nuestros ¿poetas muertos?, te ayudan a caminar por la vida.

La sociedad de hoy somos nosotros, los ¿poetas vivos? No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.


Anónimo

domingo, 6 de septiembre de 2009

¿SABES VER TELEVISION?.

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http://www.fisterra.com/salud/dibujosJY/175_jovenTV.jpg
¿Sabes ver televisión?

El que no sabe ver televisión acepta todo. Todo lo que oye y mira. Engulle cuanto le sirven. Se traga lo mismo la verdad que la ficción, el bien y el mal, el arte y la cursilería. Nada rechaza. Le da lo mismo este programa que aquel. Con tal de ver. Espectador buzón. Por la abertura va cayendo cuanto ahí se deposita. Violencia, canciones, sexo, anuncios, idioteces, deporte, teatro, basura, cualquier cosa cabe en el buzón abierto.



El que no sabe ver televisión no elige. Elegir implica rechazar algo y aceptar algo. Encender o apagar el botón del aparato. Cambiar el canal a otro. Esperar tal programa, seleccionar con criterio, obrar humanamente, es decir, ejercitando la libertad no abdicando de ella, con propia voluntad de señor, que lo contrario es esclavitud, "la peor de todas" que es dejarse esclavizar voluntariamente. ¡Que pocos son los que escogen su ración de espectáculo! La mayoría simplemente se sientan en el sofá a esperar con gusto a que le sirvan lo que más allá de la pantalla otros quieren.



El que no sabe ver televisión no jerarquiza los valores. Jerarquizar es imponer un orden. Y lo que priva en la pequeña pantalla de casa es el desorden.



El que no sabe ver televisión se deja influenciar de tal modo por cuanto ve y escucha, que su vida acaba por amoldarse al capricho de las imágenes recibidas.


Conservarse "persona" ante la tv, el cine y el ambiente significa no dejar que le hurten a uno el tesoro de la individualidad. Ser como uno quiere ser, como uno debe ser "con sello propio". Con rubrica personal. Sin permitir que el espectáculo lo despersonalice a uno y lo magnifique.



Hoy todo mundo sabe manejar un automóvil, hablar ingles, depositar dinero en el banco, hacer una llamada telefónica, dar respiración artificial, mil cosas de urgencia cotidiana. Lo que a casi nadie preocupa es saber leer el periódico, oir radio, ver cine y televisión, todos dan por hecho que ya saben hacerlo, y para colmo, ni siquiera necesitan saberlo. El ignorante sabe que ignora; pero el imbécil ni siquiera se da cuenta.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Historias de Reflexion

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"Totalmente pagado"

Un joven muchacho que estaba a punto de graduarse de preparatoria. Hacía muchos meses que admiraba un hermoso auto deportivo en una agencia de autos, y sabiendo que su padre podría comprárselo, le dijo que ese auto era todo lo que él quería.

Así llegó el día de la graduación, y su padre le llamó a que fuera a su privado. Le dijo lo orgulloso que sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba. El padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. Curioso y de algún modo decepcionado, el joven abrió la caja y lo que encontró fue una hermosa Biblia con cubiertas de piel y con su nombre escrito con letras de oro. Enojado le gritó a su padre diciendo: "!Todo el dinero que tienes y solo me das esta Biblia!".
Y salió de la casa.

Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre que ya era anciano estaba muy enfermo, pensó en visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su graduación. Antes de que pudiera partir a verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto, y le había heredado todas sus posesiones, por lo que necesitaba urgentemente ir a la casa de su padre para arreglar todos los trámites de inmediato.

Cuando llegó a la casa de su padre, su corazón se llenó de una gran tristeza y arrepentimiento. Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado. Con lágrimas la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre cuidadosamente había subrayado un verso en Mateo 7:11 donde decía: "Y si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuanto mas nuestro Padre Celestial dará a sus hijos aquello que le pidan".

Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia. Tenía una tarjeta de la agencia de autos donde había visto ese auto deportivo que tanto había deseado. En la tarjeta estaba la fecha del día de su graduación y las palabras: "TOTALMENTE PAGADO".

Cuantas veces hemos rechazado y perdido las bendiciones de Dios porque
no vienen envueltas en "paquetes hermosos", como nosotros esperamos.

Unos Minutos Antes, unos Minutos Después - Reflexiones Catolicas

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"Unos minutos antes... unos minutos después"






La gran ilusión de mi vida era poder jugar fútbol en un equipo profesional. Todo parecía posible y el sueño de mi vida se iba haciendo realidad. Los primeros contactos ya estaban, y el verano del 90 me estarían esperando para darme una oportunidad.

Ya mi único interés era jugar y entrenar; todo lo demás había pasado a un segundo plano: Dios, estudios, trabajo,... Solamente me importaba jugar. Parecía que ahí encontraría mi felicidad.

Todavía lo recuerdo bien: eran las 7:00 pm. de un Jueves Santo. Todo estaba previsto por el Señor. Tuve un accidente automovilístico en mi ciudad, que fue cosa de segundos. Me vi, de repente bañado en sangre y con el brazo derecho casi destrozado. Salí del automóvil como pude.

Unas personas me brindaron ayuda, una me puso un torniquete en el brazo para detener la hemorragia y otra me llevó al hospital. Mientras tanto en mi interior iba pasando de forma rápida, pero profunda toda mi vida. Al llegar al hospital, me pasaron al quirófano. Sólo pedí una cosa a Dios: "Señor, ayúdame".

La operación duró cinco horas. Cuando desperté me encontraba todavía en la sala de operaciones, y di gracias a Dios por darme otra oportunidad. Nunca tuve un reproche a Dios, una queja, un reclamo. Él me ha ayudado a entender que Él así lo quería. Y estoy seguro de que todo salió como lo tenía pensado.

Recuerdo muchas cosas que me pasaron en el hospital, la cercanía y cariño de mi familia, de mis amigos, pero lo que nunca olvidaré serán esos momentos en que me encontraba solo con Dios, pues le conocí y me conocí. Dialogando ahí con Él analicé mejor y con mayor calma mi vida. Y creo que todo cambió.

Fueron días de dolor y sufrimiento físico, pero Él nunca me dejó. Soy sincero al decir que muchas veces me preguntaba en mi interior: "¿volveré a jugar?". La respuesta era obvia. Me costó mucho entender que la ilusión de mi vida se me había escapado.

Mi vida cambió totalmente, ya que Él había a tocado las puertas de mi alma sin darme cuenta, pues se vale de todo para indicarnos sus caminos. En mi vocación al sacerdocio he encontrado la felicidad junto a Él, entregando mi vida por los demás, ayudando a los hombres, y sobre todo llevándoles a Dios.

Estoy convencido de que la felicidad que todos buscamos no está en ser sacerdote, en ser futbolista, en estar casado, etc., sino en encontrar la voluntad de Dios, aceptarla y vivirla como Él nos lo pide. Sé que muchas veces cuesta cumplir esta voluntad de Dios, pero cuando uno la cumple, llega a la felicidad.


Reflexión:

Soñar a lo grande. Avanzar en la vida con una gran ilusión. Llegar a entusiasmarse por algo que dé sentido y motive lo que hacemos en cada momento. ¡Ojalá tú y todos los jóvenes vivieran así los mejores años de su vida! Pero, atento. De repente algo puede cruzarse en tu camino. Algo que haga irrealizable tu sueño y te marque otro rumbo a seguir. En esos momentos, recuerda la experiencia de Juan Luis. La felicidad está en encontrar la voluntad de Dios, aceptarla y vivirla.


Autor: Marcelino de Andrés

jueves, 20 de agosto de 2009

"EL CIRCULO DEL 99" Reflexiones Catolicas Largas

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REFLEXIONES





"EL CIRCULO DEL 99"

Esta reflexión esta un poco larga, pero vale la pena...

Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente que era muy feliz. Todas
las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey, cantando y
tarareando alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su
distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre. Un
día el rey lo mandó a llamar.
-Paje- le dijo- ¿Cuál es el secreto?
-¿Qué secreto, Majestad?
-¿Cuál es el secreto de tu alegría?
-No hay ningún secreto, Alteza.
-No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una
mentira.
-No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.
-¿Por qué esta siempre alegre y feliz? Eh, ¿por qué?
-Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome
atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha
asignado, somos vestidos y alimentados y además, su Alteza me premia de vez en
cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿Cómo no estar feliz?
- Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar - dijo el rey.
Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.
- Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no
hay nada que yo esté ocultando...
- Vete, vete antes de que llame al verdugo!
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba
como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de
prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.
Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación
de la mañana.
-¿Por qué él, es feliz?
- Ah, Majestad, lo que sucede es que él esta fuera del círculo.
- Fuera del círculo?
-Así es.
- Y eso es lo que lo hace feliz?
- No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
- A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.
- Así es.
-¿Y como salió?
- Nunca entró
-¿Qué circulo es ese?
- El círculo del 99.
- Verdaderamente, no te entiendo nada.
- La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos.
-¿Cómo?
- Haciendo entrar a tu paje en el circulo.
- Eso, obliguémoslo a entrar.
- No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el circulo.
- Entonces habrá que engañarlo.
- No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solito.
-¿Solito? Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
- Si se dará cuenta.
-¡Entonces no entrará!.
- No lo podrá evitar.
- ¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese
ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
- Tal cual Majestad; estás dispuesto a perder un excelente sirviente para poder
entender la estructura del círculo?
- Sí.
- Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero
con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos.
- !99! ¿Que más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
- Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche..
Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta
los patios del palacio y se ocultaron, junto a la casa del paje.
Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela,
el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: "Este tesoro es
tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo
lo encontraste."
Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban, para ver lo que sucedía. El
sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar sonido
metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados
y cerró la puerta.
El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente
había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado solo la vela. Se había
sentado y había vaciado el contenido en la mesa. Sus ojos no podían creer lo
que veían. ¡Era una montaña de monedas de oro! Él, que nunca había tocado una
de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él. El paje las tocaba y
amontonaba, las
acariciaba y hacia brillar la luz de la vela sobre ellas. Las juntaba y
desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer
pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro,
cinco... y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60... hasta que formó la última
pila: ¡¡9 monedas !!. Su mirada recorrió la mesa
primero, buscando una moneda más; luego en el piso y finalmente en la bolsa. "No
puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era
más baja.
- Me robaron -gritó- me robaron, malditos!!
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, sus
bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa,
como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99
monedas de oro "sólo 99".
"99 monedas. Es mucho dinero", pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve
no es un número completo -pensaba- Cien es un número completo pero noventa y
nueve, no.
El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma,
estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto
pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus. El sirviente guardó
las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la
casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña.
Tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.
¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número
cien?. Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta.
Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después, quizás no
necesitara trabajar más.
Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de
oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el
cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en
once o doce años juntaría lo necesario.
Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete
años
Reuniría el dinero. Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo
que
quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho,
cuanto menos comieran, más comida habría para vender...
Vender... Vender... Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno,
Para qué mas de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de
sacrificios llegaría a su moneda cien.
El rey y el sabio volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del
99...
.....Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le
ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando
las puertas, refunfuñando de pocas pulgas.
-¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo.
- Nada me pasa, nada me pasa.
- Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
- Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar
también? No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No
era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

Ustedes y yo y todos alrededor hemos sido educados en esta psicología:
Siempre nos falta algo para estar completos, y solo completos se puede gozar de
lo que se tiene. Por lo tanto, nos enseñaron, la felicidad deberá esperar a
completar lo que falta.
Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca se puede gozar
de la vida.
Pero qué pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos
cuenta, así, de golpe, que nuestras 99 monedas son el cien por ciento del
tesoro, que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo nuestro, que nada tiene
de más redondo cien que noventa y nueve, que todo es sólo una trampa, una
zanahoria puesta frente a nosotros para que seamos tontos, para que jalemos del
carro, cansados, malhumorados, infelices o resignados. Una trampa para que nunca
dejemos de empujar y que todo siga igual...
eternamente igual!
Cuantas cosas cambiarían si pudiéramos disfrutar de nuestros tesoros tal como
están.

NO DIGAS PADRE NUESTRO SI... REFLEXIONES CATOLICOS

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REFLEXIONES "NO DIGAS PADRE NUESTRO SI...


No digas Padre si cada día no te portas como hijo.
No digas Nuestro si vives aislado en tu egoísmo.
No digas santificado sea Tu Nombre si no lo honras.
No digas vengaa nosotros Tu Reino si lo confundes con el éxito material.
No digas hágase tu voluntad si no la aceptas cuando es dolorosa.
No digas el pan nuestro dánoslo hoy si no te preocupas por la gente con hambre.
No digas perdona nuestras ofensas si guardas rencor a tu hermano.
No digas no nos dejes caer en tentación si tienes intenciones de seguir pecando.
No digas líbranos del mal si no tomas partido contra el mal.
No digas Amén si no has tomado en serio las palabras del Padre Nuestro.

Anonimo
En Cristo y María, Paz y Prosperidad en tu caminar

APORTE DE NAPOLEÓN TOBAR.

martes, 11 de agosto de 2009

Ayuda@Dios.com

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Ayuda@Dios.com

Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu...
(Efesios 6 :18)

Si el correo electrónico no es el mejor invento de comunicación desde el bolígrafo Bic, no sé qué pueda serlo. Para quienes no nos gusta hablar por teléfono, es la manera absolutamente perfecta de comunicarse. Es precisa, fácil y ¡bien rápida! Yo he eliminado días enteros de espera de mi calendario gracias al correo electrónico.

En cuestión de minutos, y a veces segundos, si encuentro al receptor del mensaje en su computadora, puedo transferir páginas enteras de información, hacer preguntas, y tener la respuesta en menos de lo que se dice ‘Bill Gates’.

Si tengo la dirección electrónica de alguien puedo tener acceso a esa persona hasta más rápidamente que por teléfono. Y piensa en eso: el correo electrónico nunca suena ocupado. Salvo por algún extraño fallo de un satélite o si el sistema se cae (con la tecnología no hay absolutos), el mensaje siempre llega.

¿No sería maravilloso tener una línea electrónica con Dios? Podríamos
escribir una petición, dirigirla a ayuda@Dios.com y llegaría enseguida.

Pero, ¡un momento! ¿Por qué molestarnos? Tenemos algo incluso mejor. Tenemos acceso directo a Dios mismo. Nada de computadoras intermedias. Nada de alambres, ni conexiones, ni satélites. No se necesitan códigos extraños, ni aol.com, ni nada.

Sólo tú y Dios, de persona a persona y de una manera que ninguna compañía de teléfonos puede proporcionar : de corazón a corazón.

Al final de la maravillosa explicación que Pablo dio de la armadura de Dios en Efesios 6, puso un signo de exclamación en lo que dijo respecto a ser equipados. Explicó la herramienta de la oración, que siempre se puede usar. Dijo claramente que la oportunidad de orar está disponible en todo tiempo y para todos los cristianos.

“Seguid orando”, dice Pablo: por nosotros, por los demás, en alabanza, haciendo peticiones, pidiendo ayuda y dirección.

La oración hace que el correo electrónico parezca tan pasado de moda como escribir con pluma de ave. Pruébala. Siempre está disponible y siempre funciona...

Si crees que el correo electrónico es rápido, prueba la oración